Uno de los territorios con más tradición ‘boletaire’ es La Cerdanya
Uno de los establecimientos turísticos más bien comunicados con los principales rincones secretos donde recoger bolets, es el Hotel Esquirol, situado en el municipio de Llívia
En la mayor parte de Catalunya hay una gran tradición de recoletar ‘bolets’ para comer. La afición por las setas atrae a miles de personas a los bosques, especialmente durante los meses de septiembre y octubre. La comarca pirenaica de La Cerdanya, situada en uno de los valles más extensos y amplios del continente europeo, goza de unas peculiaridades ideales para la proliferación de los bolets. Una de ellas, es su particular orientación de este a oeste, que le permite disfrutar de más de 3.000 horas de sol al año; la otra son sus lluvias de verano y otoño, que favorecen la aparición de una amplia gama de bolets, como, por ejemplo, los robellones, ceps, ruiseñores, camagrocs, o los fredolics.
Uno de los establecimientos turísticos más bien comunicados con los principales rincones secretos donde recoger bolets, es el Hotel Esquirol, situado en el municipio de Llívia, un enclave español, catalán y gerundense, completamente rodeado por territorio francés. «Las lluvias y las tormentas de finales de verano han permitido que estemos disfrutando de una muy buena temporada de bolets», afirma Edu Vidal, gerente del alojamiento turístico.
Según indica Vidal, el interés por los bolets de muchos de los clientes que se hospedan en el hotel en estas fechas otoñales, no se limita exclusivamente a cuestiones gastronómicas. «Muchos de nuestros huéspedes, practican esta actividad de forma lúdica, para pasar un buen rato de ocio en plena naturaleza con amigos o familiares, y llenar de bolets sus cestos».
El Hotel Esquirol, cuenta con un total de 20 habitaciones con una decoración cálida y funcional, y algunas de ellas ofrecen maravillosas vistas de las montañas pirenaicas. Uno de sus valores añadidos, es su privilegiada situación, que permite a sus huéspedes disfrutar de una estancia de relax, naturaleza y tranquilidad, en un entorno ideal para la práctica de los deportes de invierno.
De hecho, el alojamiento está muy bien comunicado con las estaciones de esquí españolas de Masella y la Molina; las estaciones francesas de Les Angles, Font Romeu, Formigueres o Cambre d’Aze; y la estación andorrana de Grandvalira, situadas en un ratio de 40km. El hotel cuenta con un espacio reservado para que los clientes puedan guardar sus esquís o los equipos de nieve. Además, aconseja de forma personalizada las mejores zonas para esquiar en función del tiempo y del estado de las pistas.