Restaurantes

Restaurantes con cocina Non Stop y abierto todo el año, así es Lamucca

LAMUCCA, los restaurantes en los que la frase «la cocina está cerrada» está terminantemente prohibida. 365 días al año y con amplia flexibilidad de horario. «Encontrar un sitio donde refugiarse de los 40º de Madrid estos días y poder comer o cenar sin necesidad de mirar el reloj es un lujo que el cliente merece disfrutar, sea cual sea la época del año» explican en Lamucca

Comer en la Lamucca de Prado a las cuatro de la tarde tras una larga mañana de exposiciones, cenar en Lamucca de Pez pasada la medianoche después de una obra en el Teatro Lara o disfrutar de un arroz en La Pescadería de Hermosilla, un domingo en pleno agosto después de un día de rebajas por el barrio de Salamanca, son ejemplos perfectos para definir la filosofía de Lamucca desde su inicio y que mantienen intacta en los 13 locales que el grupo de restauración tiene actualmente en las mejores ubicaciones de la capital.

Hartos ya de escuchar la molesta frase «la cocina está cerrada», los restaurantes del grupo Lamucca apuestan por un horario de comidas y cenas ininterrumpido en el que los comensales tienen siempre la última palabra. «Desde los inicios se buscaba poner en marcha locales en los que el cliente se sintiera como en casa, de la misma forma que la cocina de un hogar está siempre disponible, se quería que los locales también se convirtieran en el lugar idóneo para comer o cenar sin tener que prestar demasiada atención al reloj», cuentan Ofelia y Alex Marín, fundadores del grupo.

Lamucca, abierta todos los días del año, mantiene en marcha su cocina desde los desayunos y brunch de los fines de semana y hasta la una de la madrugada ininterrumpidamente (los horarios de apertura de cada local están disponibles en la página web) ampliando el horario de cierre hasta la una y media de la mañana los jueves y hasta las dos de la madrugada los viernes, sábados y vísperas de festivos. «El horario ininterrumpido fue una máxima desde la apertura del primer local en el barrio de Malasaña, en 2008. Queríamos poner en marcha un restaurante donde comer todo aquello que a la gente le gusta cuando le diera la gana. Con buena música, dentro de un entorno acogedor y cuidado; un sitio al que siempre se quiere volver», cuenta Alex Marín.